Has
de acabarte. He de cerrar
la
puerta que se abriera de golpe ante tu nombre.
Ante
mis ojos ahítos de avernos y de sombras.
Me
sorbiste el alma, el aliento, la sangre.
Te
me marchaste sin avisar ni haber llegado.
Te
lo di todo y toda te me llevas.
Me
matas con tu ausencia de papel,
con
lo que sé y no debiera,
con
lo que no puedo desleír en la memoria.
He
de ponerte un fin colgado de la frente.
Te
acabarás igual que las películas del cine.
Te
soñaré como un pasado inútil y vacío.
Te
escaparás de mis mañanas, de mis tardes,
de
mis noches crudas.
De
mis horas perdidas.
De
mi pasado sin presente ni futuro.
(24 de noviembre de 2004)